¡DIOS MÍO! . . .
¡DIOS MÍO!
¡No entiendo esta merienda de negros!
Unos, luchamos por defender la
igualdad;
otros, por
sembrar la gran desigualdad
finalmente, ambos vivimos esta realidad
cayendo ¡Dios Mío! En las garras
de la fatalidad.
¡Dios Mío! . . . ¡Dios
Mío!
¡No entiendo esta merienda de negros!
¿Por qué
dejas que el hombre
sea el lobo
del hombre?
Matando a tanta
gente inocente,
este fatídico once de septiembre.
¡Dios Mío! . . . ¡Dios
Mío!
¡No entiendo
esta merienda
de negros!
¿Por qué? ¡Tanta ira! ¡Tanto odio!
¡Tanta venganza!
¿Acaso los hombres
y las naciones.
encuentran satisfacción
en las matanzas?
¿O es qué estos maniáticos e incrédulos,
perdieron la F
E y la R A Z
Ó N?
Y dieron rienda
suelta a sus bajas pasiones.
¡Dios Mío! .
. . ¡Dios Mío!
No entiendo
. . . ¡Tú creación!
Hoy
he mirado el cielo y la tierra
en un
claro y auténtico amanecer
y he contemplado
como han volado
en mil pedazos
aquellas TORRES GEMELAS
que un día fueron el orgullo de
Norte América
y junto a ello
la vida de miles de seres
humanos
que a cada
paso se preguntan. ¿Creaste
hombres
soberbios
con espíritu
de demonios para destrozar
y matar a otros seres humanos? ¡Oh! ¿Creaste bestias
con presencia
humana
e instintos de belcebú?
¡Dios!
Mío! . . . ¡Dios
Mío!
Ya es hora que pongas
punto final
a todas
estas aberraciones corruptas y salvajes.
¿Abre
los infiernos y sepulta
a esta podredumbre?
¡No te puede
vencer el demonio
o el satanás
a los designios de
tu loable y SANTA VOLUNTAD!
J-13-9-2011
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