¡E S C U E L I T A M Í A!
¡ESCUELITA
M Í A!
¡Sendero
del saber!
Me
enseñaste día a día
a valorar, amar
y crecer,
crecer
c o m o crecen
los
hermosos helechos
en
un vallecito serrano
que un día
no m u y lejano
empezó poco a poco a florecer
con
las sabias enseñanzas,
de
maestros experimentados
como don
Mario Zárate Vargas;
que
hasta hoy lo
recuerdo
con
mucho cariño y
respeto.
Hoy aunque me encuentro lejos,
muy lejos de la tierra que me vio nacer
sigo de ti conservando
tus consejos
y la herencia educativa que me dejaste
leyendo y escribiendo ¡ESCUELITA MÍA!
y, por
sobre todo recuerdo
aquellos
mensajes de
¡Paz! ¡Amor! y ¡Libertad!
Verdaderos valores
morales y humanos
que me enseñaron a vivir como un
roble,
o tal vez,
como un
lloque en
medio
de una exuberante vegetación;
tampoco podré olvidarlo ¡Escuelita Mía!
que todo lo que ahora soy,
lo debo a ti,
porque mi formación integral lo recibí
durante mi niñez
y mi adolescencia
que
viví en aquella tierra lejana y
promisoria de PENCASPAMPA;
hoy llamada
B A M B A M A R C A.
GERALDY
J-17-3-2009
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