HUELLAS PROFUNDAS
Al hacer un profundo paréntesis en mi vida
quisiera
redoblar las campanas de tu suerte,
burilando los
exóticos ideales de tu mente
en las horas más
borrascosas de tu ser.
Lanzaré cristalinas burbujas y suspiros
en la ebullición de tu profundo sueño,
y tú sentirás el tropel
de mis pasos
en la cercanía de tu original
silueta,
de aquella
silueta que, muchas veces,
se pierde
en el oasis del horizonte.
Es tan
infinito el mundo por trajinar
y muy corto el placer por disfrutar,
placer que por siempre estará
en la orilla de nuestros recuerdos
y en el éxtasis de los cascabeles
de esos cascabeles de tu mirada
y de tu
silenciosa y jovial sonrisa,
que traspasa la tersura de mi piel
y se desliza por todo mi cuerpo,
como una multicolor
escarcha
en mis noches de insomnio.
Noches en las que escucho
tu voz, aquella voz inconfundible,
que reconforta mi alma y es capaz
de traspasar el más duro mármol
y conquistar
el otro mundo
de mi
soledad, de aquella soledad
que jamás
huye a la tristeza,
sino que atraviesa
el denso muro
de los espejismos
y me hace aprender
la vida, palabra por palabra,
como el
soplido del viento,
como el embravecido
mar o como aquel
caminante que sube
hasta alcanzar
la cúspide de los montes
más escarpados
y llegar a percibir,
la esencia genuina de tu implacable ser.
Finalmente, antes
de viajar al eclipsado olvido
disfrutaré de tus misteriosos
encantos
dejando rastros de mis
profundas
huellas,
marcadas para siempre en tu insólita mente,
de aquella
mente tan intrépida y tan audaz
que logra hábilmente
todos
sus
propósitos,
aunque éstos sean, unas veces, duraderos
y otras fugaces, pero todos
creíbles y saludables.
GERALDY
J-4-9-2005
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