EL MITO DE BAGUA
El informe de la
Defensoría del Pueblo (1) desmiente rotundamente las fantásticas versiones que
circularon profusamente después de la matanza del 5 de junio. Se decía que la
Policía había asesinado a decenas o cientos de nativos, y luego los había
quemado y enterrado en fosas clandestinas o arrojado al río.
El 7 de junio, dos
días después de los sucesos, escribí una columna en este blog (La
responsabilidad de Pizango), donde criticaba al líder de AIDESEP porque
irresponsablemente “dijo a todos los medios de comunicación que había más de
veinte nativos muertos por la Policía” la mañana misma de los sucesos.
Y agregué que eso
era “una mentira grosera, que no tenía ningún fundamento más allá de los
típicos rumores que circulan en esas circunstancias.”
“Ese tipo de
anuncios imprudentes contribuyen a generar más violencia y, en ocasiones,
tragedias como la que ocurrió.”
“En efecto, horas
después, con los ánimos exacerbados por las mentiras que escuchaban en la radio
sobre decenas de nativos supuestamente masacrados por la Policía, los que
secuestraron a los efectivos en la estación Nº 6 de Petro Perú los degollaron
brutalmente. No fue un enfrentamiento. Los policías estaban desarmados y
atados. Los asesinaron cruelmente.”
Por escribir estas
cosas, que hoy se demuestran absolutamente ciertas, recibí todo tipo de insultos,
incluyendo los de algún ex amigo.
Una de las razones
por las que nadie creía que hubiera 24 policías y 10 civiles muertos, la dio un
historiador inteligente y habitualmente ponderado, Nelson Manrique:
“Si fuera cierta la
versión del gobierno, de que nativos con lanzas y flechas mataron a 25 (sic)
policías armados con fusiles AKM, tanquetas y helicópteros, y los despojaron de
decenas de fusiles, con apenas tres (sic) bajas en sus filas, deberían
renunciar todos los responsables, comenzando por la ministra del Interior, pues
tendríamos a las fuerzas de seguridad más incompetentes del mundo”. (Los perros
de la guerra, La República, 10.6.09).
No tenemos a la
Policía más incompetente del mundo -aunque es cierto que el deterioro durante
el gobierno aprista ha sido estrepitoso-, pero posiblemente si tenemos a la
ministra del Interior más inepta del mundo y a mandos policiales dignos de tal
ministra.
Y esas cosas si
pueden ocurrir. Muchos relatos periodísticos e investigaciones como las de
IDL-Seguridad Ciudadana han detallado los garrafales errores que llevaron a la
peor matanza de policías en la historia del Perú, y a la peor masacre en
asuntos de orden público.
Pero no sólo se
trata del reporte de la Defensoría, los de IDL-SC y otros, sino de ponerse a
reflexionar un instante sobre los sucesos. No hay duda que 24 policías fueron
asesinados y nadie discute el desorden policial en ese momento, producto de un
mal planeamiento, una mala ejecución y de mandos políticos y policiales
incompetentes.
¿Cómo pudo ocurrir que
esos policías, en medio del caos y la desorganización, sin comunicaciones
adecuadas, asustados por la muerte de sus compañeros, de pronto se convierten
en eficientes masacradores que desaparecen sin dejar rastros decenas o cientos
de cuerpos?
¿Cómo pudieron
hacer eso a la vista y paciencia de miles de manifestantes, que estaban por
todas partes y de decenas de periodistas? ¿Cómo nadie fotografió ni filmó a los
policías con sus latas ¡qué latas, barriles! de gasolina corriendo sudorosos en
el monte, cavando fosas, quemando cadáveres? ¿Cómo policías que no conocían el
terreno hicieron eso sin que ninguno de los miles de manifestantes, que si
conocen la zona, los descubrieran? ¿Nadie vio las enormes columnas de humo que
se desprenderían de tamaña hoguera? ¿Nadie vio las enormes llamaradas que
produciría esa combustión?
¿Saben los que
irreflexivamente sostienen la teoría de la masacre la cantidad de combustible y
calor que se necesita para incinerar un cuerpo humano? ¿Han oído hablar de
Auschwitz? O sin ir tan lejos ¿del horno del Pentagonito del que habla Ricardo
Uceda?
Por último, como se
pregunta en estos casos un enemigo de las teorías conspirativas, Umberto Eco
¿dónde está Garganta Profunda?
Inmediatamente
después de los sucesos, varios medios (Perú.21, La República, IDL-SC)
obtuvieron testimonios de policías que relataban los errores cometidos en la
operación. Si se hubiera producido la matanza y desaparición de cientos de
nativos ¿alguien puede creer que los 500 policías que estuvieron allí
guardarían sepulcral silencio? ¿Qué no hubo uno sólo que contara eso, si
hubiera ocurrido?
Por donde se le
mire, la hipótesis de la matanza de decenas o cientos de nativos no tiene
asidero alguno. No ocurrió. No se puede descartar, por supuesto, que haya algún
desaparecido o fallecido más. De hecho, todos suponen que el mayor PNP Felipe
Bazán está muerto. Pero lo otro, las fosas comunes y la quema de cientos de
cadáveres no tiene fundamento.
Sin embargo, igual
muchas personas lo van a seguir creyendo. La adicción a las teorías
conspirativas es fortísima.
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